viernes, 31 de diciembre de 2010

Duhalde, el villano favorito del Gobierno


Los servicios que Eduardo Duhalde está prestando al Gobierno son tantos y tan valiosos que Cristina Kirchner debería integrarlo a su equipo como jefe de Gabinete.


Por Carlos Pagni


El último auxilio llegó ayer. La Presidenta decidió no asistir a la asunción de Dilma Rousseff, que pasado mañana asumirá el poder en Brasil. La Cancillería no consiguió una excusa para ese desaire, a pesar de que varias autoridades brasileñas -desde Marco Aurelio Garcia hasta el responsable de América del Sur en Itamaraty, Antonio Simoes- llamaron a Buenos Aires para pedir que se corrija la decisión. Sin embargo, la explicación oficiosa de la Casa Rosada fue que "hay malestar con Lula porque prologó el último libro de Duhalde".

El pretexto es malo. En principio, porque ignora que en Dilma ya se instaló la rebeldía de cualquier criatura frente a su creador. Ella está por emprender el movimiento que los Kirchner completaron hace tiempo contra Duhalde. Además, la Presidenta tiene una razón muy valedera para no viajar. No es ésa que mencionan los insidiosos, es decir, los que dicen que no estará a gusto en una ceremonia donde la estrella será otra mujer de Estado. El verdadero motivo es que ahora sí, a propósito del fin de año, se le ha hecho presente, en la plenitud de su melancolía, el significado de la viudez. Quienes la frecuentan la ven replegada. Apenas habla con Carlos Zannini y cruza algún mensaje intrascendente con Héctor Icazuriaga. Hay colaboradores que ya no saben qué inventar para sacarla de ese estado. Hasta han pensado en homenajear a Néstor Kirchner el 25 de febrero, día de su cumpleaños, junto con José de San Martín, que nació en la misma fecha. Los alegrantes de Olivos imaginan una celebración en el Paso de Uspallata, donde proyectarían un corto en el que "Néstor" y "Pepe" dialogan y apagan las velitas. Tal vez antes de esa fecha aparezca alguna idea un poco más pulida para salir del pozo.

Justificada la ausencia en Brasilia, Duhalde es también la coartada para la falta de moneda. La explicación oficiosa dice que hubo que encargar a Brasil la impresión de 100 millones en billetes de $ 100 porque, de contratarse en la Argentina, se hubiera beneficiado a la empresa Boldt, cuyo dueño, Antonio Tabanelli, es amigo del caudillo de Lomas de Zamora. Es verdad. Como publicó ayer este diario, Boldt podría haber ganado la licitación, sobre todo porque tiene alquilada la planta de Ciccone Calcográfica, cuya quiebra había pedido la AFIP en agosto pasado. También es cierto que el reinado de Duhalde benefició a Tabanelli con una formidable expansión en el negocio del juego.

Sin embargo, a esta teoría le falta un capítulo importante. Innumerables fuentes del Gobierno y del mercado afirman que desde hace más de un año el oficialismo pretende entrar en Ciccone utilizando la llave de la deuda fiscal. Esa pretensión explicaría por qué la AFIP fue tan severa en agosto, y tan pródiga ahora, al facilitar a Ciccone un plan de pagos muy holgado, o la simple condonación del 75% del pasivo. Ricardo Echegaray y, sobre todo, Amado Boudou, deberían ser cuidadosos con las formas, por lo menos en este caso. Ciccone suele ser muy sincero cuando se confiesa con amigos, y los juzgados están llenos de indiscretos. Varios de ellos aseguran -sin aportar pruebas contundentes?que uno de los abogados que ofreció en Tribunales la liquidación de buena parte de los compromisos de la empresa estaría relacionado con el ministro de Economía. En vez de seguir a Duhalde, entonces, habría que mirar a Boudou -o más arriba-para entender por qué, ayer, cuando el mercado demandaba billetes por $ 4100 millones, el Banco Central apenas pudo proveerle 700.

Sin Duhalde tampoco se entiende la nueva política ambiental. Entre los méritos de Juan José Mussi, el nuevo secretario del área, hay uno sobresaliente: tres meses atrás, comunicó a José Luis "Chicho" Pardo que no seguiría participando de su tradicional mesa de póquer, en Lanús, los jueves por la noche, porque desde la Casa Rosada le prohibieron las reuniones con Duhalde, que preside esa tertulia desde hace más de veinte años. En la foja de Mussi figura otra inapreciable prestación. Durante la primera reunión de intendentes con Daniel Scioli, días después de la muerte de Kirchner, él exigió al gobernador que se pronuncie por la reelección de la Presidenta. La subordinación de bonaerenses como Mussi sube de cotización todos los días gracias a que Scioli todavía guarda silencio.

Duhalde también es el biombo detrás del cual algunos funcionarios pueden ocultar su incompetencia. A la Presidenta le llevaron indicios de que él estuvo detrás de los desmanes de Constitución, como antes había maquinado la muerte de Mariano Ferreyra. Ya hay videos en la web mofándose de esas teorías. Son hipótesis que aprovechan los antecedentes del año 2001, pero tienen fisuras evidentes. La primera: no resuelven el enigma más obvio, que es cómo hace Duhalde para seguir descontrolando el conurbano sin la colaboración de gente como Aníbal Fernández o Juan José Alvarez, que ahora revistan del lado del Gobierno. Si se trata de cargar con sospechas, las mochilas de Fernández y de Alvarez pesan tanto como la de su antiguo jefe. La segunda limitación de las imputaciones contra Duhalde es que los hechos de Constitución se explican mejor de manera más sencilla. El Ministerio de Trabajo tenía que resolver el conflicto de los tercerizados ferroviarios desde la muerte de Ferreyra. Llegada la Nochebuena, no lo había conseguido. Era de esperar que volverían los cortes de vías. Con 35 grados de calor y una multitud agolpada en el andén, no hacen falta el Partido Obrero ni Duhalde para provocar un estallido.
Los usos de Duhalde apuntan también a objetivos de mayor alcance. Uno de ellos es la neutralización de cualquier candidato competitivo del peronismo disidente. La reelección de Cristina Kirchner está obstaculizada por la división del PJ. La demonización de Duhalde es imprescindible para contaminar después con ese virus a cualquier postulación alternativa a la que Duhalde preste su adhesión. Hoy es la de Mauricio Macri, mañana puede ser la de Scioli.

Sin embargo, la función más importante que en estas horas cumple Duhalde en la política argentina excede estas intrigas. Su verdadera misión es permitir al Gobierno, a los políticos, a la sociedad en general, creer que los problemas que los afectan se deben a la patraña de un villano con nombre y apellido. Duhalde desempeña para el oficialismo el papel que Kirchner encarnó para la oposición: gracias a ellos, los argentinos pueden evitar el contacto con procesos suprapersonales que son dolorosos y poco comprensibles. Pueden ocultarse que la destrucción del aparato político y las nuevas formas de marginalidad, corrupción y violencia que ese fenómeno trae aparejado, desencadenaron inercias que ya tienen rasgos de una preocupante cronicidad. Algún día habrá que reconocer esos servicios. Gracias a Duhalde, gracias a Kirchner, gracias a la posibilidad que ellos ofrecen de reducir un drama colectivo a la dimensión de una historieta, el país puede pasar la fiesta en paz.

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Contacto: politicaydesarrollo@gmail.com

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