domingo, 13 de junio de 2010

Al pan, pan...


Después de 7 años de Administración Kirchner, la maltratada “mesa de los argentinos” se está quedando sin patas...


Por Susana Merlo

Con menos leche, menos producción de carne vacuna (y también de hacienda), y menos frutas de varias especies, es evidente que el resultado de las políticas llevadas a cabo en este ciclo, con intervenciones estatales, falta de transparencia, desincentivo a las inversiones propias y ajenas, beneficios arbitrarios y castigos injustificados, desaparición de mercados, y ausencia casi total de información pública valedera (y también de la otra), entre otras cosas, muestra en forma palmaria que las medidas oficiales adoptadas se ubican casi en las antípodas de lo que necesita el país y la producción en general, y la de alimentos en particular.

Y tal vez el caso más emblemático sea el del trigo, cereal por excelencia, eje de la Argentina poderosa de casi todo el reciente siglo pasado, y sinónimo de cuando el país era considerado el “granero del mundo”.

Con sus apenas 3,5 millones de hectáreas sembradas en la última campaña y menos de 7,5 millones de toneladas cosechadas, el trigo es el reflejo más fiel del desinterés del gobierno por la producción, y de la más vergonzosa pérdida de oportunidades para un país que llegó a ser el proveedor de más de 60 destinos, y el abastecedor indiscutido de la región.

Es que poco menos de 3 millones y medio de hectáreas ocupadas con este cereal se registraron en la primera campaña con cifras oficiales del país, y eso fue en...!!1899/00!!!. Hace “apenas” 110 años.

A su vez, una cosecha similar a la última se dio en el 27/28 (7,68 millones de toneladas), pero entonces los rendimientos eran apenas un tercio de los actuales, con menos de 1.000 kilos por hectárea. Pasaron 80 años.

En el 28/29 se sembraban más de 9 millones de hectáreas. Y ya en el 38/39 se habían superado las 10 millones de toneladas de producción, mientras que a 15 millones se llegó en el ciclo 82/83, cuando también se logró supera los 2.000 kilos por hectárea de rinde. Hace 27 campañas atrás.

A mediados de los ´90 el volumen de trigo argentino alcanzaba los 16 millones de toneladas.

Entonces, ¿avanzamos o retrocedimos?. ¿Es un “logro” considerar que en el ciclo que se inicia se “podría” llegar, como gran triunfo a 4 millones de hectáreas sembradas, y a 11 millones de toneladas de cosecha?...

Lo más grave es que en este esquema perdieron (y desaparecieron) agricultores, perdió el país, y hasta algunos que creían ganar (por las espectaculares diferencias transitorias), como molineros y exportadores, también pierden, aunque muchos de ellos recién ahora comienzan a darse cuenta.

También el país perdió mercados considerados como propios pocos años atrás, como el de Brasil.

Hoy el mercado local de trigo está por encima del de Estados Unidos, simplemente porque resta muy poco de la magra cosecha y, en general, es de calidad regular. Aún así, todavía quedaría algo menos de un millón de toneladas en manos de los productores (del sur). Algo más, tal vez, en el acopio.

Pero la industria, que se amplió fuertemente durante este ciclo de altos ingresos económicos, está cada vez más preocupada porque ahora teme no poder “empalmar” con la próxima cosecha que empezaría a fines de octubre, noviembre. Mucha fábrica, pero sin trigo para moler. En ese caso, no sería raro que fueran los exportadores los encargados de abastecerlos. Naturalmente, las condiciones de tales transacciones pueden ser muy distintas a las habituales con los productores.

La crisis de abastecimiento comienza a golpear ahora en varios eslabones. Pero no debería ser así.

La inducida transferencia (desde la Secretaría de Comercio) de recursos de los chacareros a otros sectores de la intermediación y de la industria, se cuenta por miles de millones de dólares en las últimas 4 campañas, y todo, sin beneficiar en nada a los consumidores, quienes pagan el pan mucho más caro que antes…, a pesar de que en el kilo de pan el trigo sólo representa 10 % en el costo de producción.

Mientras, el gobierno insiste en altas retenciones para un producto que ya casi ni se exporta…

El dato, entonces, es que con las 9 millones de hectáreas que ya se sembraban hace 80 años atrás, la producción actual debería superar los 25 millones de toneladas, y en ese caso, no habría necesidad de restringir las exportaciones del grano, ni las de harina (que aún no sucedió), se abastecería perfectamente las crecientes necesidades de Brasil, y el consumo local.

Y ahí sí se podría hablar de que se está “defendiendo la mesa de los argentinos”…, y de muchos otros también.

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