jueves, 23 de julio de 2009

Hacia una situación terminal y peligrosa

A medida que trascurren las horas la opinión pública comienza a percatarse que la situación política e institucional del País se encamina hacia una encrucijada caracterizada por un desorden mayúsculo y la alarmante posibilidad de un estallido social de perfiles difusos y contradictorios.

Por Carlos Manuel Acuña

No solamente la incapacidad y mala fe del gobierno le da sustento a esta perspectiva, sino que también desde las filas opositoras es poco lo que se hace más allá de las declamaciones y reclamos que anticipadamente se sabe que no serán tomados en cuenta por el oficialismo.

Solamente la señora Carrió tuvo la perspicacia de rechazar un diálogo que no será tomado en cuenta y que únicamente ha sido montado por el matrimonio gobernante para ganar tiempo, pese a que en realidad no sabe muy bien para que ni como hará para zafar de una crisis a la que contribuyó a formar con notable dedicación. Ni el Consejo de la Magistratura, ni el alejamiento de Guillermo Moreno, ni la formulación de un plan económico coherente, serio y sostenido, será el resultado de las conversaciones, en tanto el proyecto de la Ley de Radiodifusión, el mantenimiento de las retenciones y las dificultades para exportar seguirán firmes como una expresión más de la incompetencia Kirchnerista acompañada también por el consecuente crecimiento de la inseguridad física y jurídica, de la desocupación, la pobreza y de otros factores innecesarios de recapitular, aunque se les puede agregar la posibilidad de una devaluación, una corrida bancaria, la degradación cultural y educativa o directamente la promoción del aborto y de la homosexualidad por distintos medios, por mencionar algunos aspectos morales más allá de los técnicos.

Hasta el viernes, por lo menos siete provincias - Santa Fe, Córdoba, Tierra del Fuego, Río Negro, Santa Cruz, La Pampa y Tucumán - se aprestaban a pagar el medio aguinaldo anual mediante prolongadas cuotas, en tanto la inflación y la recesión crecen de manera desmedida; sus componentes no serán contabilizados adecuadamente por el Indec que tampoco será reestructurado - o normalizado, como se prefiera - pese a los reclamos políticos que forman parte del remanido diálogo distractivo, en tanto la falta de liquidez y por ende la incapacidad de comprar o de invertir, se extiende rápidamente sobre el conjunto de la sociedad.

Como si esto fuera poco, a la ya no disimulada corrupción se sumó hace unas horas el explosivo reportaje que publicó el diario La Nación a un hombre que formó parte del riñón Kirchnerista y que como ex secretario de la SIDE o gobernador de Santa Cruz, tuvo la oportunidad de conocer muchas cosas que ignora la mayoría de los Argentinos. Sergio Acevedo, hoy en el ostracismo político, no tuvo que hacer muchas elipsis para señalar que en el gobierno se roba y explicar cómo se lo hace. Al mismo tiempo evaluó con el necesario sentido crítico el crecimiento exponencial de la fortuna de la familia Kirchner y la ausencia de fiscales o jueces que hayan intervenido en este escandaloso y público asunto. La difusión del reportaje nos exime de comentar detalles suficientemente conocidos y está implícito el calificativo que merece el hecho de que la noticia no pase a mayores como lo establece la ley y la salud espiritual de los argentinos.

Lo que dejamos dicho es nada más que una parte minúscula del decadente y conflictuado escenario nacional, donde a esta altura de las circunstancias los gobernadores justicialistas iniciaron el camino de consultas profundas con miras al futuro cercano y a la posibilidad de conformar una corriente política para encararlo por encima de las apetencias personales de cada uno de ellos. Esto sucede en medio de la debacle partidocrática caracterizada en casi todos los casos por la falta de ideas y proyectos, en tanto las agrupaciones, cualquiera fuere su signo, existen o sobreviven gracias a la inercia de un pasado más o menos exitoso, de los recuerdos de los viejos dirigentes que persisten en la memoria colectiva y un estilo más o menos aceptado por los simpatizantes gracias a la propaganda, la mera costumbre o los favores personales administrados por los punteros.

En tal sentido, podemos señalar algo que parece demasiado evidente pero que todavía no ha sido expurgado en toda su profundidad. Me refiero a que pese al agotamiento aparente de los grandes valores que caracterizaron a la Argentina de otrora y a que no surgen liderazgos como los que llevaron a esta Patria que parece agotada a los primeros puestos en el mundo, todavía y a grandes rasgos empezó a delinearse - o mejor dicho a esbozarse - la formación de dos grandes y principales corrientes que todavía debaten la forma en que ingresarán en el plano público. El proceso, asentado preferentemente en el interior donde el campo tiene mucho que decir - y hacer - y por mencionar algunos lugares en función de los dirigentes que allí actúan - diremos que Buenos Aires favorecida por su peso específico, Córdoba por su tradición intelectual y rebelde, Santa Fe por su ubicación y calidad de sus gentes, Salta por su tradición, fortaleza y personalidad y Mendoza por su capacidad productiva y homogeneidad de la población y todas ellas por su capacidad agropecuaria e industrial, además de la Capital Federal que se ha mostrado más equilibrada ideológicamente, son los principales centros de una todavía débil efervescencia política, cada una con sus perfiles propios, en tanto el litoral mesopotámico se muestra todavía difuso y difícil. Todas tiene como componentes principales al radicalismo y a los Justicialistas unidos ahora por un denominador común: las dos corrientes están afectadas por el poder destructivo que impusieron internamente, cada uno por su lado, Raúl Ricardo Alfonsín y Néstor Carlos Kirchner con sus progresismos fracasados. Entre los primeros sobresale como figura importante Julio C. Cobos, posicionado en ese papel por conocidas razones. Igualmente complicada es la situación en el Justicialismo, donde todavía hay firmes competencias internas, aunque el santafecino Carlos Reutemann es quien tiene, hoy al menos, mayores posibilidades para avanzar hacia la candidatura por el PJ y eventualmente hacia la Casa Rosada. En la izquierda, aparece la figura urbana de Pino Solanas gracias a los votos obtenidos en los últimos comicios en la Capital Federal, aunque el espectro netamente izquierdista dependerá de lo que suceda finalmente con el venezolano Hugo Chávez y el posible y complejo freno a sus intenciones expansionistas mediante su "Socialismo del Siglo XXI", ahora empantanado en Honduras, es decir, la primera y clara señal de lo que se avecina en el continente. Si embargo, el escenario puede vivir dentro de muy poco una confrontación demostrativa de los intereses que hacen su pulseada sobre el tablado: no hay que desechar que Chávez intente acciones militares contra su vecina centroamericana con el narcotráfico como telón de fondo.

Los mecanismos que precederán a esta concurrencia de hombres y circunstancias políticas en la Argentina, son por demás complicados y plagados de ulterioridades. Por ejemplo, si los Kirchner, con el País prácticamente quebrado, sus instituciones destruidas y la indefensión instalada con el tremendo peso de su significado, intentaran fugar - tal como lo conversaron el último Domingo en Olivos - la presidencia recaería en Cobos. Según la fecha en que esto ocurra, el mendocino podrá concluir el período o llamar a elecciones dentro de los noventa días posteriores, pero el caso es que los radicales no quieren "cargar con el muerto que nos dejarán los K" y prefieren que no asuma para mejorar sus perspectivas electorales. En tal caso, ingresaría a la escena el médico Pampuro - un ex Duhaldista tercero en la sucesión presidencial - quien sólo está capacitado para llamar de inmediato a elecciones. Pero las cosas no son tan simples. Los Kirchner, sabemos, es mucho lo que tienen en juego y no abandonarán el poder así como así. La venganza forma parte de su naturaleza enferma y en tal caso, la violencia está en la puerta lo que nos dará mucho para decir.

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