domingo, 22 de febrero de 2009

Los avisos de Reutemann

La renuncia de Carlos Reutemann y Roxana Latorre al bloque oficialista de senadores sorprendió a la familia Kirchner como un relámpago en cielo estrellado. La arrogancia y los delirios de poder a menudo nublan el análisis: por ese fenómeno suele afirmarse que Dios ciega a quien quiere perder.

Por Jorge Raventos

No puede decirse que Reutemann no haya avisado. A fines de enero, cuando observó que desde Olivos se montaba una operación destinada a sugerir que él se había convertido en una especie de marioneta oficialista, un alfil en el ajedrez de Néstor Kirchner, disparó una salva de anuncio: "Hoy no se puede salir a hablar del Frente para la Victoria en el interior santafesino. Ahora, si hablamos del Partido Justicialista, éste preserva un piso histórico del 28 al 30 por ciento del electorado. La cuestión es quién suma el otro 15 por ciento que se necesita para ganar con comodidad". Entonces señalamos en esta columna que el Lole "anticipa que no piensa competir bajo el emblema kirchnerista del Frente para la Victoria y amenaza con abstenerse de participar si pretenden condicionarlo desde Buenos Aires”.

Las operaciones de Néstor Kirchner no cesaron y, en vísperas de una nueva batalla del Gobierno central contra el campo, Reutemann consumó lo que había insinuado con mucha claridad tres semanas antes, se apartó del bloque kirchnerista e hizo rancho aparte, con su divisa provincialista. "Yo me voy del bloque kirchnerista porque yo represento al pueblo de Santa Fe, ando por los pueblos, charlo con la gente y todos me dicen lo mismo, me piden que luche para sacarlos de la dramática situación en que están, porque están muy mal", resumió el Senador. Su actitud golpeó fuertemente al oficialismo, porque Reutemann es uno de los políticos con mejor imagen en el país y la señal de su dimisión aceleró el proceso de deserciones que ya se observaba en el kirchnerismo. Rápidamente dijeron adiós los salteños Juan Carlos Romero y Sonia Escudero, mientras varios otros están sacándole punta al lápiz. Con aire decepcionado, el ex Jefe de Gabinete, Alberto Fernández (uno de los que inauguró la fuga, aunque siga reivindicándose leal al matrimonio presidencial), admitió que el éxodo "como todo proceso es colectivo" y agregó que “lo ideal sería que nos preguntáramos por qué nos está pasando esto. Yo me lo pregunto. Y creo que estamos equivocando cosas". Cuando registra estas vacilaciones, Kirchner evoca aquella célebre frase de su reciente aliado, Aldo Rico -"La duda es una jactancia de los intelectuales"- y sigue la marcha, sin detenerse: él tiene más de Macbeth que de Hamlet. Así, alardeó ante un micrófono suburbano: "Nosotros avanzamos con Agustín". Se refería al jefe de los diputados oficialistas, el santafesino Agustín Rossi, que desafía a Reutemann en el justicialismo de la provincia para agenciarse el primer puesto en la lista de diputados del PJ en el distrito. Para Reutemann la presencia de Rossi en la boleta equivale al suicidio político, en una provincia donde el kirchnerismo se ha transformado en mala palabra.

Así, si Kirchner quiere aparecer asociado a una eventual victoria de Reutemann y el justicialismo en Santa Fe, se ve forzado a aceptar las condiciones del Lole, tragar amargo y escupir dulce y sacrificar a Rossi. Si hace esto (aun compensando a Rossi con un cargo en el gabinete de su esposa) la señal será leída en el peronismo y fuera de él como una nueva muestra de debilitamiento y como impotencia o desinterés en la defensa de la propia tropa: Rossi ha sido un soldado leal de Olivos y consiguió atravesar situaciones exigentes sin sufrir derrotas en la Cámara baja.

"Si esto sigue así, no hay octubre"

Por una o por otra razón (quizás más por la primera que por la segunda) es probable que Kirchner se incline, en primera instancia, por enfrentar a Reutemann y amenazarlo con la venganza: autorizará para eso una lista del Frente por la Victoria encabezada por Rossi que podría quitarle a Reutemann una cantidad de votos suficiente para condenarlo a una derrota frente al candidato a Senador del socialismo santafesino, Rubén Giustiniani. Se trata, en principio, de una estrategia de presión, basada en la ilusión de quebrar la hermética intransigencia de Lole. Llevada hasta sus últimas consecuencias, seguro provocaría la derrota del PJ en Santa Fe y actuaría como un bumerán para el propio Kirchner, pero éste –alentado por algunos asesores del sedicente progresismo- prefiere interpretar esa eventualidad de otra manera. Considera que si, con aquella estrategia, se diera en Santa Fe una victoria del socialismo de Hermes Binner sobre un peronismo santafesino alzado contra el poder central tras el liderazgo de Reutemann, se evidenciaría que el matrimonio presidencial retiene capacidad de castigo y daño: el Lole quedaría eliminado como eventual candidato presidencial poskirchnerista del PJ. Además, provocaría una competencia fuerte y eventuales tensiones en el campo de los adversarios: Elisa Carrió tendría que pujar por la candidatura del frente opositor no-peronista con un Binner victorioso.

Ante esas presiones, Reutemann –a quien la pulseada con Kirchner parece haber dotado de una elocuencia desconocida- contestó con brutal franqueza. Primero recordó que él no tiene aún decidido participar electoralmente en las elecciones parlamentarias de octubre. En suma: Lole avisa que no será candidato del oficialista Frente por la Victoria y que tampoco será candidato para someterse a una celada urdida desde Olivos contra el justicialismo de Santa Fe. Pero, además, evadiéndose del hipnotismo que el calendario electoral ejerce sobre buena parte de los políticos, señaló el dramatismo de la situación económico-social: “El problema es tan grave, que cuando me hablan de octubre, si esto sigue así no sé si hay octubre...".

En verdad, basta ver el comportamiento del kirchnerismo ante las organizaciones del campo para comprender que desde Olivos se trabaja, antes que en la búsqueda de una solución, en la promoción de una nueva batalla en la que aspira a tomarse revancha por la derrota sufrida en 2008. Después de que la Mesa de Enlace agropecuaria detuvo una medida de fuerza atendiendo a una solicitud pública de la señora de Kirchner, la Casa Rosada demoró una convocatoria oficial al diálogo y, cuando la produjo, quitó del escenario a la Presidente y hasta al Jefe de Gabinete (que, así fuese formalmente, le hubiera otorgado mayor jerarquía al encuentro) para destinar como interlocutora a la Ministro de la Producción, Deborah Giorgi. Paralelamente, probablemente con la intención de, como dictaminó Reutemann desde Santa Fe, "dinamitar la Mesa de Enlace", el Gobierno deslizó primero a la prensa y luego informó oficialmente que durante tres semanas se habían registrado negociaciones secretas con el Presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti. Tanto la flagrante ruptura del pacto de discreción como el hecho de que, ni siquiera bajo la sombrilla de una conversación secreta, el Gobierno quiere cambiar ideas sobre el crucial tema de las retenciones, son señales de que el diálogo que pretende el Gobierno es puro jarabe de pico, una mera operación de desgaste.

Una vez más, la arrogancia nubla la visión; Dios ciega a quienes quiere perder. El oficialismo está alimentando la furia que reina en todo el interior ligado a las economías agroindustriales, mientras crecen otros focos de protesta en ciudades y pueblos, sea por los salarios, sea por las suspensiones y despidos de una economía que da evidentes muestras de paráte (60 por ciento de caída de la siderurgia de enero 2008 a enero 2009), sea por la inseguridad, sea por el aumento de las tarifas de servicios públicos. La agenda social se vuelve acuciante y la agenda electoral muestra a un oficialismo en paulatina centrifugación. Hasta octubre todavía faltan ocho largos, calientes meses: una eternidad.

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