viernes, 23 de enero de 2009

El día que los terroristas se quitaron el maquillaje derechohumanista

Aquel sangriento 23 de enero de 1989, fue el día en que los terroristas se quitaron el maquillaje de los derechos humanos y mostraron a todo el pueblo argentino su verdadera naturaleza.

Por Agustín Laje Arrigoni*

Frustrados los planes golpistas de las organizaciones terroristas subversivas que operaron en nuestro país durante los años 70, sus principales cuadros y dirigentes optaron por el camino del exilio (paradójicamente, no en países gobernados por el tan anhelado comunismo, sino en la vapuleada "sociedad de consumo" europea). Desde el exterior, sustituirían las armas y el militarismo por la victimización y el discurso político de los derechos humanos. Este viraje estratégico es explicado sin rodeos por el periodista marxista Pablo Giussani (muy allegado a Montoneros): "Ya ahogada en sangre la aventura guerrillera, la temática y el lenguaje de los montoneros en el exilio sufrió algunos cambios. La exaltación de la propia actitud de matar a Aramburu o a Mor Roig, cedió paso a la condena de la matanza inversa practicada contra la guerrilla por el régimen militar". (1)

En rigor de verdad, quienes solicitaban justicia desde el extranjero, denunciando al Proceso por violaciones a los derechos humanos, años atrás, no sólo no los habían respetado, sino que ni siquiera les había temblado el pulso a la hora de fusilar a centenares de personas y volar en pedazos a otras decenas, mediante la colocación de explosivos.

Lo cierto es que, el 23 de enero de 1989, con el cruento ataque a La Tablada, los terroristas se quitaron el maquillaje y, con ello, el banderín de los sacrosantos derechos humanos dejó ver, por algunas horas, su verdadera esencia: entre los atacantes, se encontraban reconocidos militantes de organizaciones "derechohumanistas".

El grupo terrorista MTP (Movimiento Todos por la Patria), prolongación del ERP, comandado por el asesino Enrique Gorriarán Merlo, fue el autor de tan trágico acontecimiento que acabara con la vida de diez soldados e hiriera y mutilara a otros sesenta. Gorriarán compromete al actual secretario de Derechos Humanos, Luis Eduardo Duhalde, y al subsecretario de Derechos Humanos, Rodolfo Mattarollo, afirmando que "con el fin de activar y formalizar los contactos con el exterior, habíamos promovido un Instituto de Relaciones Internacionales, donde estaban Rodolfo Mattarollo y Eduardo Luis Duhalde, junto con otros compañeros".(2) En puridad, según palabras del propio jefe del MTP, quienes en el presente trabajan desde el Estado por los Derechos Humanos de los argentinos, otrora fueron partícipes de una banda homicida, cuya naturaleza era violarlos y pisotearlos.

Entre los terroristas que atacaron el cuartel de La Tablada, se encontraban, como ya mencionamos, y para sorpresa de muchos ingenuos que habían creído sus discursos filantrópicos, reconocidos "humanistas" y pretendidos "pacifistas" que aleccionaban sobre valores humanos a la sociedad. Entre ellos, Francisco "Pancho" Provenzano (3) (hermano de un guerrillero del ERP, muerto en 1972 a causa del estallido de una bomba que él mismo estaba colocando en el edificio Libertad), quien fuera distinguido militante "por los derechos humanos", pero que, al parecer, los olvidó, cuando decidió arremeter contra vidas humanas en el ataque de marras.

Entre los cadáveres de guerrilleros que luego se identificaron, se encontraba el de Jorge Baños, abogado "derechohumanista" del CELS, que también se sacó el maquillaje en La Tablada, revelando su verdadera naturaleza terrorista, que hasta al Dr. Nino (quien pretendía hacer creer a la sociedad que los terroristas eran simples jóvenes equivocados) sorprendió.

Pero no sólo Baños y Provenzano integraban el grupo homicida de Gorriarán Merlo. También el sacerdote Puigjané combatió en el ataque del MTP; era el mismo que formaba parte de la organización "derechohumanista" de Adolfo Pérez Esquivel, Servicio de Paz y Justicia. Al parecer, no se equivocó el ensayista Guillermo Rojas, cuando afirmó que, de la estructura del grupo de Pérez Esquivel, "habría personajes que intervendrían, en 1989, en la toma del regimiento de La Tablada".(4)

El lacrimógeno héroe del filme "La noche de los lápices" (cuyo contenido efectista fue desmentido por los propios protagonistas del hecho), Pablo Alejandro Díaz, también se alzó en armas, dispuesto a violar los derechos humanos de quienes se encontraban en el cuartel.(5) Lamentablemente, los 16 de septiembre, en los colegios y en la televisión, a los efectos de preservar la historieta de los lápices, se opta por omitir la sangrienta aventura guerrillera de Díaz.

La verdadera cara de los terroristas devenidos en "derechohumanistas" quedó al descubierto: no luchaban por los derechos humanos, los violaban; no respetaban los valores democráticos, se alzaban contra un gobierno constitucional; no buscaban desde sus organizaciones supuestamente humanitarias un revisionismo histórico genuino: en el ataque de marras, ingresaron "con sus caras pintadas, arrojando volantes desde uno de los vehículos, mientras gritaban "Viva Rico"(6), a los efectos de simular que se trataba de una sublevación carapintada y engañar a la sociedad.

A veinte años del cruento ataque a las instalaciones del regimiento 3 de infantería "General Belgrano", de La Tablada, el kirchnerismo y los militantes "derechohumanistas" pretenden dejar en el olvido lo acaecido. No por temor a una persecución legal o repudio social, sino porque, sin lugar a dudas, aquel sangriento 23 de enero de 1989, fue el día en que los terroristas se quitaron el maquillaje de los derechos humanos y mostraron a todo el pueblo argentino su verdadera naturaleza.

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Citas:
(1) Giussani Pablo. Montoneros. La soberbia armada. P 51. Sudamericana-Planeta, 1984, Buenos Aires
(2) Enrique Gorriarán Merlo. Memorias de Enrique Gorriarán Merlo. De los setenta a La Tablada. P 479. Planeta, 2003, Buenos Aires
(3) Rojas Guillermo. 30.000 desaparecidos. Mito, realidad y dogma. P. 310. Editorial Santiago Apóstol, 2003, Buenos Aires.
(4) Rojas Guillermo. Op. Cit. P. 295.
(5) Ver Márquez Nicolás, La mentira oficial, P. 252. Edición del autor. 3º Edición. 2007. Buenos Aires.
(6) Revista "Lucha Armada en la Argentina". Nº 9. P. 5.

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*Agustín Laje Arrigoni (agustin_laje@yahoo.com.ar) tiene 19 años, es estudiante universitario, autor de numerosos artículos de opinión e investigación sobre los años 70 y está terminando su primer libro en la materia. Se desempeña como coordinador general del Movimiento por la Verdadera Historia.

La Nueva Provincia

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1 comentario:

Luis dijo...

Una reseña clara y precisa de lo que pretendían estos delincuentes vende patria, tranformados en agentes del imperialismo sovietico, que trataron de infectar el mundo con su idiología, que como principal mal tenía la supresión de las libertades individuales y la pérdida de identidad como personas convirtiendolas en un instrumento del estado.
La tristeza que provoca la ceguera de nuestros jóvenes, en aceptar las mentiras que se utilizaban en su captación convirtiendolos en seres irracionales, inculcandoles el odio y despojandolos de los sentimientos, para que no se sintieran culpables al matar a otro hermano.
Gloria a todos nuestros mártires civiles y militares que ofrendaron sus vidas contra el comunismo invasor